Ayer 26 de diciembre, a los noventa y un años de edad nos dejó para siempre un soñador, el amigo que en los últimos tiempos se acercaba a nuestro «curruncho gallego» para conversar de «cosas», contadas en forma tan amena… pero eran tantas que no nos daba la capacidad para abserver tanta «historia». Como pequeño homenaje transmitimos una nota del historiador, amigo, gallego-uruguayo, José Monterroso Devesa…
ROGELIO MARTÍNEZ EL ÚLTIMO REPUBLICANO
Cuando se dice, en hablando de España, “la bandera republicana”, “el himno de Riego”, “el ejército republicano”, o “la República”… se está haciendo reducionismo. El reducionismo inducido por décadas de dictadura deformante. Pues no otra cosa es esto que reduce lo republicano a un significado parcial que solo a una parte del ser español hace referencia.
Ahí está la perversión del lenguaje, pues esos bandera e himno y aquel ejército son, en legalidad, la bandera, el himno, el ejército de la España constitucional, la única verdaderamente constitucional del siglo veinte español, la España que los españoles se votaron sin ningún tipo de preacuerdos, ni renuncias, ni limitaciones, ni consensos previos, el memorable mil novecentos treinta y uno.
Todo esto nos vino a la cabeza con el fallecimiento de Rogelio Martínez Barreiro que, a sus noventa y un años, bien puede ser considerado como el último republicano español en el Uruguay. Con todo lo que la calificación pueda tener de relativo, el fue, entre los elegidos de la Historia, realmente el último. El último entre aquellos que, hasta la muerte y desde el exilio perenne, supieron ser leales, y así proclamarlo, a unos principios por los que lucharon toda su vida, particular y dolorosamente, desde la definitiva caída de la República Española en mil novecentos treinta y nueve.
Que aquella República no llegase a ser federal (de ahí la amarga conclusión de nuestro Castelao) no evitó que las tres comunidades con lengua diferente del español lograsen cada una el estatuto de autonomía, el gallego, bien lo sabemos, interrumpido por el propio estallido de la guerra fratricida.
También a esta España actual, que se dice viene siendo federal en los hechos, le falta terminar el proceso que llevará inevitablemente a la supresión de las provincias (remanente del centralismo decimonónico) y sus parlamentos seudodemocráticos (llamados diputaciones), en obvia contradicción con la existencia de los gobiernos autonómicos.
Más allá de su ensayo “Una derrota advertida”, sobre la infausta guerra de los ya potentes Estados Unidos de América contra la decadente España borbónica que, en el noventa y ocho, quitó la metrópoli al resto del imperio –Cuba, Puerto Rico, Filipinas- para convertirlo en colonia yanqui… Rogelio le prestó a España y a Uruguay –y como gallego a Galicia- el servicio impagable de rescatar figuras singulares para ambos países. –Mercedes Pinto, José Bergamín, Rafael Alberti-, y nos entregó a todos el testimonio cotidiano de su lealtad republicana.
Una bandera de la República Española cubrió virtualmente su sarcófago: ¡Qué la terra montevideana le sea leve!
José Monterroso Devesa. Montevideo, 27-12-14