Avenida Rosalía de Castro, 44 - Compostela
Es difícil imaginar ahora aquella Galicia tan deprimida de la época de la posguerra. Poco y nada que hacer… la huerta… el paseo por La Herradura y el bosque de la Condesa. Una revista de «historias», de papel de reciclaje, muy oscuro, que costaba 25 céntimos y llegaba una vez por semana a la relojería. La verdad que no sé si se pagaba o «alguien» nos la enviaba de obsequio por correo… Esa revista era «devorada» en el día y releída veces y veces. ¿Y en las tardes de invierno? Michón, el pequeño tigre, siempre a nuestro lado y hasta «conversábamos» con él. Solo los jueves, día de fería en la carballeira de Santa Susana había movimiento en el pueblo y «volvía la alegría a nuestra mesa», según la recaudación por los trabajos de relojería que se entregaban (y se podían cobrar) esa alegría duraba, digamos que uno, dos, o tres días. Después, vuelta a la rutina… sopa de allo o papas de millo… un cuartillo de viño tinto quente con azucre para repartir, e… a durmir!
Fuera de la época estival, tacaña por cierto, solo tres o cuatro meses, de pronto comenzaba a llover y… días y días entre lluvia y orballo. Entonces, la lente del relojero comenzaba a ejercer su magia y al mismo tiempo que se concentraba en su trabajo, las «historias» brotaban, una tras otra.
Da contracapa de ‘Dous cofres de prata’… «Este libro de relatos é froito da memoria e da imaxinación. Coa diáspora como paisaxe de fondo, o autor debulla uns personaxes que tratan de sobrepoñerse humanamente á adversidade, desde a fame da posguerra á memoria do exilio. Estas historias non son só un alegato a tristes tempos que cómpre recordar, son tamén unha xanela á alegría de imaxinar que o ser humano habita mundos máxicos cheos de esperanza e ilusión, como a do neno que todos levamos dentro e que, cando esperta, nos lembra que este camiño se fai unha vez nada máis e que para algo ha de servir, aínda que só sexa para divertirse e… soñar.»
Lo importante no era la realidad. La lente del relojero y su magia lograban disimularla transportándonos al mundo de la fantasía.