23 de abril – Día Mundial del Libro

Manuel Bragado Rodríguez y 4 más compartieron la foto de Asociación Galega Editores.
David Pintor realizou este marabilloso cartaz para que a AGE promocionase o Día do Libro.<br /><br />
Co gallo da celebración do 23 de abril, Día do Libro, a Asociación Galega de Editores acordou<br /><br />
realizar un chamamento social a favor do libro e a lectura, co fin de que se recoñeza social e<br /><br />
políticamente o papel trascendental que o libro e a lectura teñen no desenvolvemento das persoas e<br /><br />
dos países. Por ese motivo a entidade que representa aos editores galegos fai público o seu<br /><br />
documento estratéxico e elaborou un decálogo de 10 medidas que resume as reinvindicacións do<br /><br />
sector diante das administracións. As institucións públicas teñen a obriga constitucional e estatutaria<br /><br />
de protexer os bens culturais e as industrias que fan posible que eses bens se difundan entre a<br /><br />
cidadanía.

David Pintor realizou este marabilloso cartaz para que a AGE promocionase o Día do Libro.

Co gallo da celebración do 23 de abril, Día do Libro, a Asociación Galega de Editores acordou
realizar un chamamento social a favor do libro e a lectura, co fin de que se recoñeza social e
políticamente o papel trascendental que o libro e a lectura teñen no desenvolvemento das persoas e
dos países. Por ese motivo a entidade que representa aos editores galegos fai público o seu
documento estratéxico e elaborou un decálogo de 10 medidas que resume as reinvindicacións do
sector diante das administracións. As institucións públicas teñen a obriga constitucional e estatutaria
de protexer os bens culturais e as industrias que fan posible que eses bens se difundan entre a
cidadanía.

«Con motivo de la celebración del 23 de abril, Día del Libro, la Asociación Gallega de Editores acordó realizar un llamamiento social a favor del libro y la lectura, con el fin de que se reconozca social y políticamente el papel trascendental que el libro y la lectura tienen en el desenvolvimiento de las personas y de los países. Por ese motivo la entidad que representa a los editores gallegos hace público su documento estratégico y elaboró un decálogo de medidas que resume las reivindicaciones del sector ante las administraciones. Las instituciones públicas tienen la obligación constitucional y estatutaria de proteger los bienes culturales y las industrias que hacen posible que esos bienes se difundan entre la ciudadanía.»

La AEG tiene sobrados motivos para promulgar esta declaración en tono de reclamo legítimo. Conocidas son las dificultades por las que atraviesa el sector en Galicia, en España y el caso omiso de las autoridades que tienen la obligación material y moral de atender las necesidades que correspondan para que no decaiga la difusión de la cultura por medio del libro.

Hoy, Día Mundial del Libro, nos unimos a esa expresión y a la reflexión acerca del inestimable valor del libro en bien de la evolución de la humanidad. Sobra manifestar que la nuestra es una profesión de servicio total, para un librero un editor un escritor, cualquier día de la semana es igual a todos los demás,» nuestro día» es un día más de labor. Hoy, precisamente, rodeados de entusiastas colegas, estamos participando con mucho agrado de las Jornadas Profesionales de la Feria del Libro de Buenos Aires.

Por último, muchas gracias a los que cristalizan nuestra labor… los lectores.

El bosque de la condesa – Cinco días en Londres – El niño ciego – La carta de Amelia

Dibujo para "Cinco días en Londres"

«Cinco días en Londres»

Precisamente en estos momentos en que estoy revisando el contenido de los cinco relatos de «El bosque de la condesa» para una nueva reimpresión, recuerdo con satisfacción el interés que despertó en los alumnos de aquella clase en la que me encontré de pronto, en el medio de un salón con unos veinte chicos y chicas, sentando en un banco cualquiera del aula. Cuando le dejé los libros a la directora para que los utilizaran para «lecturas alternativas», o lo que quisieran, no imaginaba que estos dos libros le pudiesen interesar tanto a aquellos adolescentes escolares y liceales. Pero sí, cuando fui invitado a entrar en el salón para «hablar con ellos», ya desde un principio me sorprendieron con las preguntas.

Por un momento se hizo silencio, noté que me observaban con atención. Era aquel el preciso momento de ser aceptado o rechazado y yo lo sabía. Pero eso no me preocupó en absoluto porque estaba seguro de que la comunicación se iría a producir. «¿Este será de verdad el escritor de estos libros, o será un señor como cualquier otro cuya presencia impone ya de entrada cierta distancia?» Algo así me imaginaba yo que estarían pensando mientras en la sala reinaba el silencio. Poco después todo cambió. La maestra me invitó a tomar asiento en su lugar, pero yo desestimé esa invitación, me acerqué a los muchachos y le pedí permiso a uno de los alumnos, el que estaba más cerca, concedido de inmediato, y me senté en su banco. «¿Vos sos el escritor?»… Al tiempo que miraba hacia los que estaban más cerca, alternadamente, con una media sonrisa en mi rostro, respondí: «Sí, yo soy. A ver… ¿qué me quieren preguntar?»  «Ellos» fueron los que empezaron y más preguntas hicieron, pasaban de una pregunta relacionada con «Relato de un emigrante» a otra acerca de «El bosque de la condesa», como si nada. «Ellas» se interesaron más en las historias de «La carta de Amelia» y «El niño ciego». Cuando llegó el momento de mencionar «Cinco días en Londres», aparecieron las sonrisas en aquellos rostros jóvenes y al mismo tiempo la duda… «¡Esto me suena a farsa!» -habrán pensado algunos. «¿Es verdad todo lo que cuentas ahí?» Entonces, seguía la explicación correspondiente, auténtica, hablando naturalmente como si fuera uno más de ellos. Nada de irse por las ramas porque esos jovencitos lo tenían muy claro. Si uno les dijera algo fuera de lugar, seguro que lo detectarían. «Bueno, vean, en realidad algunas de las anécdotas son algo exageradas, pero eso es solo para darle un poco más de sabor. Eso sí, les aseguro que es absolutamente cierto todo lo que se cuenta en ese relato.»

"El niño ciego". Uno de los cinco cuentos-relatos de "El bosque de la condesa"

«El niño ciego». Uno de los cinco cuentos-relatos de «El bosque de la condesa»

Después, la satisfacción de comprobar que el trabajo con la maestra había sido fructífero… «¿Manolito, aquel niño que acompañaba a su padre en la feria, era ciego de verdad?» ¡Vaya!, la misma pregunta se hacía el protagonista del relato mientras lo estaba escribiendo. De pronto, uno de los muchachos me preguntó: «¡Che!… ¿Esas historias las escribiste cuando eras niño o ahora?» Y mis ojos se agrandaron como si fueran el dos de oros. Después, una niña se interesó por otro de los relatos, «El bastón de don Nicanor»… «¿Aquellos gatitos que te salvaron la vida, existieron de verdad?»

¡De qué manera intuyen! Pareciera que las historias que se leen en la clase  «les resbalan», sin embargo aciertan al preguntar. Eso significa que les interesó esa lectura y los mensajes que se intentaban transmitir a través de esos relatos, les llegaron y es seguro que «algo positivo» les va a quedar.

La tierna y al mismo tiempo dramática historia que se desarrolla en «La carta de Amelia» despierta un interés especial entre las niñas. Tiene su sentido, porque Amelia es una adolescente rodeada por la incertidumbre, separada de sus padres por motivos crueles de la posguerra civil española. Ella vive en una aldea, sin esperanzas de futuro, con sus abuelos y un hermano mayor que ella, pero tiene un cobijo sentimental con Tonecho, un niño un año menor que ella y la madre del muchacho, que le enseña costura para que aprenda un oficio y además conversa con ella como si fuera su madre. El otro protagonista de la historia, Manolito, un niño de la ciudad, menor que Amelia y Tonecho, gana el afecto y simpatía del chico y la chica aldeanos, a pesar del rechazo natural al ser de ámbitos diferentes. «Los chicos de la ciudad son unos engreídos». «Los de la aldea no saben hablar y son tontos». La amistad entrañable que se produce borra los falsos conceptos.

La carta que por fin recibe Amelia de su madre después de mucho tiempo de no saber nada de ella, aclara las dudas de la muchacha y pone punto final a una historia por demás tierna y emotiva.

Ya casi estamos en tiempo de recomenzar «esos trabajos», y de eso hablaremos más adelante, pero antes, en otra ‘entrada’ próxima, les comentaré acerca de las preguntas, profundas algunas, que me formularon aquellos chicos y chicas adolescentes, relacionadas con la emotiva historia de aquel niño de trece años, «Relato de un emigrante».