Eduardo Martínez Filgueira -O Cañotas- y su esposa Ramona Blanco Hermo - Polideportivo del Centro Gallego de Montevideo, 2003 - Entrega de la Vieira de Prata del Patronato da Cultura Galega
Dende os tempos da bisavoa de Eduardo Martínez, a súa familia materna era coñecida na bisbarra de Noia como Os Nateiros de Argalo. Ese alcume derivaba dende a época en que a bisavoa provía nata as docerías e pastelerías da vila de Noia. A el tocoulle en sorte que dende neno os seus pares o coñecesen ademais como O Cañotas.
El árbol de cerezas de don Cartagena era tan atractivo que algunos niños de Argalo lo visitaban de vez en cuando. Pero aquel día, a la hora de la siesta, el viejo Cartagena estaba escondido esperándolos. Al único que atrapó fue al benjamín, Eduardo. El dueño del árbol amenazó al chaval con que lo colgaría de las orejas si no decía quienes eran sus compañeros.
Ante a negativa pechada, Cartagena colleu o neno das orellas, levantouno no aire e abaneouno. Eduardo berraba pero non cedía, polo que o vello, sen soltalo, facía cada vez máis violento o abaneo e o neno cada vez berraba máis. De súpeto apareceu a dona do encolerizado vello Cartagena e díxolle: «Solta xa ese rapaz, non ves que é máis duro ca un cañoto?»
Los demás niños observaban desde cerca la escena, escondidos detrás de unos arbustos. Y fue así que desde entonces a Eduardo le quedó de alcume O Cañotas.
Ya no había podido concurrir a la presentación de «Catro historias de emigrantes» el invierno de 2009 en el Centro Gallego. La comunicación fue solo telefónica. Con gran ilusión y emoción me hablaba acerca de esa «historia» (breve) sobre su persona que quedaría plasmada en ese libro.
Otra vez en el invierno pero de este año conversamos por teléfono. En el mes del Apóstol el Centro Gallego tenía previsto hacerle un homenaje y me tocaba a mí el honor de decir unas palabras sobre su persona. En agosto me llamó nuevamente por teléfono… «Si salgo de esta, a comienzos del verano estaremos juntos en ese homenaje», me decía con gran optimismo… Fue la última vez que hablamos. El 16 de septiembre, el mismo día que su hija Concepción, que vive en España, se dirigía a Montevideo para pasar unos meses con sus padres Ramona y Eduardo, él ingresaba en el sanatorio.
Sufría de varias dolencias, difíciles de superar… Ochenta y cuatro años de lucha permanente. Nunca tuvo descanso. Si no era una cosa era otra. Siempre activo… hasta el final.
El sábado pasado, 23 de octubre, cerraba sus ojos para siempre, suavemente… como la paloma que viene volando a posarse en la hierba.
Querías deixar algo e… vaia si o deixaches!… Que descanses en paz.