Banda de Gaitas Irmandade en el 8º Festival de Música Celta de Montevideo

"Banda de Gaitas Irmandade"... Interpretando "Chiquitita" de ABBA

Banda de Gaitas «Irmandade» en la Sala Zitarrosa, con el guitarrista y tres de la murga, invitados, el 15 de octubre de 2011

La Banda de Gaitas «Irmandade», actuando en el marco del «8º Festival de Música Celta de Montevideo». Esta fiesta ocurre cada año en primavera. Esta vez se dieron cita quince grupos vinculados a la cultura celta por medio de la música. Las naciones celtas, Gales, Escocia, Asturias, Galicia, Irlanda… estuvieron muy bien representadas. Instrumentos y voces hicieron vibrar el antiguo cine Rex, convertido ahora en exuberante teatro, y la Sala Zitarrosa se vio colmada de público durante los tres días, viernes, sábado y domingo, que duró el festival. Al final de la noche del sábado los asturianos de «Güestia», que les tocaba actuar en último lugar, invitaron a los gallegos de «Irmandade» y «Parrandeiros do Val» (algunos de los integrantes actúan en los tres grupos), para que los acompañaran en los dos últimos de sus toques. Luego, todos los músicos fueron bajando del escenario en formación, entre el público siguieron tocando por un buen rato y después en el hall del teatro continuaron tocando la popular «marcha del oso», mientras el público demoraba su retirada y disfrutaba un momento más de la magia de esa música. Como broche final continuaron tocando por unos cuantos minutos más en la amplia vereda de la avenida. El asombro de los transeuntes que pasaban por allí a la media noche y no comprendían lo que estaban observando, era otro espectáculo más.

El domingo, último día de festival, como es costumbre el espectáculo termina con la actuación de una banda escocesa y al final los integrantes de los otros grupos que se encuentren allí son invitados a subir al escenario con sus instrumentos para tocar entre todos la mencionada «marcha del oso». Y el espectáculo continúa en el hall y en la avenida por un buen rato.

La camaradería existente entre la muchachada de estos grupos y la solidaridad de todos y cualquiera de ellos cuando es requerida, nos hace recordar la letra de aquella canción… «no todo está perdido».

Al mismo tiempo, en distintos lugares, a cien metros de distancia por la misma avenida 18 de Julio, en la Sala del Sodre, actuaba también la «Orquesta Sinfónica Juvenil José Artigas», a total beneficio del Hogar Español de Ancianos, espectáculo auspiciado por la Embajada de España.

Hay otra realidad más allá, apenas pasando el umbral de las contradicciones que nos invaden a diario. La esperanza vuelve a renacer cuando observamos y vivimos estas actuaciones, exentas completamente de beneficio material, pero que enriquecen extraordinariamente el espíritu de los espectadores y de los que actúan. El espectador paga una entrada, el artista invierte mucho más, instrumentos, traslados, vestimenta, sacrificio, tiempos de ensayo. Y las pruebas de sonido, los tiempos de espera. Mientras tanto, en los amplios camarines que se comparten entre los diversos grupos, se manifiesta el compañerismo, la ayuda espontánea para lo que sea, los reencuentros, la amistad, hasta los oídos dispuestos a escuchar y la necesidad de algunos de ser escuchados.

Pero, no todo son rosas y claveles, también conocí en tiempos pasados las miserias del espíritu con la careta de los celos y la envidia. Lástima no andar por allí «el viejo Vizcacha» con sus poderes y su bota. Cuando se creó «Montegal», entre el 2000 y 2001, los grupos de música celta se podían contar con los dedos de una mano. La buena disposición y calidad de algunos de sus integrantes llevó al grupo a un sitial envidiable y precisamente la envidia desde adentro lo pulverizó todo, casi al mismo tiempo que recibía la noticia de que el grupo estaba nominado como candidato para asistir al máximo exponente de los eventos, el Festival de Música Celta de Lorien, Bretaña, Francia. Quizás algún día «me anime» a comentar algo más acerca de la trayectoria de «Montegal»… música folk celta y tradicional de Galicia.

Nada de rencor, nada. Vaya, es nada más que parte de la historia y sean como sean los acontecimientos, alguien deberá contarla. Me quedo con los excelentes momentos vividos con «Montegal», que fueron muchos por cierto. Y también me quedo con lo bueno de ahora… No, con lo excelente de esos jóvenes (y algunos no tan jóvenes) de ahora, mejor dicho.

Y, como le decía el caballero de la triste figura a su escudero… «Entremos a esa venta Sancho… donde hay música no pude haber cosa mala».

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