El gran predio arbolado y la amplia y sólida mansión, que pertenecieron primero a la Embajada de Alemania, después a dos familias del mismo origen, primero Schneck, luego Strauch, fueron adquiridos poco tiempo después y la propiedad, confirmando la inquietud que el Presidente del Hogar manifestara oportunamente al señor Ministro Licinio de la Fuente, fue escriturada a nombre del Gobierno de España, por decisión de las autoridades del Hogar Español y mediante la autorización correspondiente de la asamblea. Hasta hace un tiempo, antes de las importantes reformas y ampliaciones que se sucedieron, eran visibles en paredes y pisos de la mansión algunos símbolos del Gobierno Nazi de Alemania, pequeñas habitaciones sin ventanas en el sub suelo y hasta un pasadizo que comunicaba con otra edificación más pequeña ubicada en el parque, todo lo cual hacía pensar en la previsión de refugio por parte de los originales dueños y constructores. Según algunos testimonios ese edificio estaba destinado a ser la sede de un centro logístico de la Cancillería Alemana para la región. La familia Strauch, había decidido oportunamente poner en venta la propiedad, debido a una desgracia familiar ocurrida a uno de los miembros menores de la familia, en la piscina que había en el parque.
Varios lustros después de esa adquisición, comenzó en forma más notoria y decidida la colaboración de diversas instituciones gubernamentales del Estado Español, Ministerio de Trabajo -Dirección<A[Dirección|enderezo]> de Emigración-, Diputaciones, Alcaldías, Consejerías, Gobierno Autonómico de la Xunta de Galicia y un amplio etcétera. Momentos de grandes realizaciones, ampliaciones de obras, más y mejores comodidades para los residentes, sanitarios de última generación. En fin que el Estado Español pasó a ser el más importante de los contribuyentes, durante varios períodos gubernamentales. Contribuciones que desde hace un tiempo, por razones conocidas inherentes a los ajustes presupuestarios en la Administración del Estado Español, comenzaron a menguar notoriamente, motivo por el cual las autoridades del Hogar y sus colaboradores se ven enfrentados a un nuevo desafío.
Todas las épocas del Hogar Español fueron de grandes sacrificios por parte de sus colaboradores. Lo siguen siendo en la actualidad, en todo momento surgen nuevos contratiempos y dificultades a resolver, que contribuyen a que el mantenimiento sea una ardua tarea permanente. A corto plazo se verán en la imperiosa necesidad de tomar decisiones y resolver situaciones nuevas a fin de que el Hogar no solo pueda continuar en funcionamiento sino que además mantenga la calidad que lo caracteriza, lo cual promovió el reconocimiento general que lo califica como residencia para adultos mayores con la mejor puntuación posible.
En el momento actual habitan en el Hogar cerca de doscientos residentes, siendo los autoválidos totales un porcentaje menor que no llega al veinte por ciento. El promedio de existencia aumentó en el transcurso de los últimos años, en consecuencia, si bien la expectativa de vida es superior, también va en crecimiento el número de aquellos que no se desempeñan por sí solos, lo cual exige cada vez mayor cuidado y atención a los que son dependientes totales o semi dependientes, en consecuencia el consabido notorio aumento de presupuesto para cubrir las necesidades básicas y mantener el índice de calidad de vida.
Entre el personal Médico Sanitario, de Asistencia Social, de Servicio y Administración, en actividad permanente, así como integrantes del Consejo Directivo atendiendo los múltiples asuntos inherentes a su función, más la Comisión de Ayuda, que trabajan en forma continuada a fin de lograr recaudación de fondos, promoviendo eventos, animando los mismos, así como las reuniones bailables de los viernes por la tarde, y otros que eventualmente se realizan en el transcurso del año, todos ellos, los que cuidan con gran esmero de esos residentes de entre setenta y cien años de edad, igual que los que trabajan en forma anónima, con gran entrega, sin esperar nada a cambio, sin duda son el motor de la Institución.
Quizás el premio más enriquecedor es la media sonrisa que algún anciano o anciana, abandonando por un momento la mirada perdida en el vacío, de pronto brinda plácidamente a quien le está acariciando las manos o simplemente dirigiéndole algunas cálidas palabras… “Abuela, ¿necesita algo?, ¿cómo se siente hoy? ¿Quiere que le traiga agua o alguna otra cosa?” Un “gracias” silencioso, expresado por medio de la plácida mirada, actúa como un bálsamo para quien lo recibe, así como las palabras o caricias impregnaron de afecto el espíritu de aquellos que siempre están esperando algo tan simple, como profundo… el cariño de los demás.
Los que tienen la responsabilidad del manejo de la Institución, están en forma permanente, entre otras cosas buscando soluciones económicas para que el bienestar de los residentes se mantenga y mejore en lo posible. Aquellos de mayor edad o los que tienen algún deterioro en sus facultades, de pronto ya no son conscientes de la lucha diaria de muchos en aras de una búsqueda permanente para la mejora de su calidad de vida. Algunos de ellos parecen estar mirando a través del tiempo hacia algún lugar, época o situación, que quizás ya no recuerdan nada más que en forma muy vaga. Lo que sí siempre están esperando es una palabra cálida, ya sea de un familiar, de algún integrante del personal o simplemente de cualquiera que se acerque, se siente a su lado y le tome las manos, aunque nada más sea por unos minutos.
Todo aquel que se compromete con el Hogar Español de Montevideo, ya sea actuando como integrante del Consejo Directivo, de la Comisión de Ayuda, así como de cualquier otra comisión de trabajo, ya sabe que va a intentar aportar algo, no importando si es poco o mucho, en favor de los residentes que son los protagonistas y todo el esfuerzo va dedicado a ellos, al mantenimiento del hogar en el que residen. El esfuerzo no es premiado con algo relacionado con lo material. El “gracias” no se debe esperar nunca, no es necesario. El gesto del semblante complacido de un residente; la satisfacción interior que se experimenta al realizar cualquier acción en favor de ellos, es un premio mayor muy valorable, más que suficiente.
Todos los Consejos Directivos del Hogar Español fueron importantes a través de estos cincuenta años desde su fundación. Algunos efectuaron actos trascendentes y consiguieron logros destacados. Cuando allá en algún momento de la década de los ’70 se vivía una crisis institucional apareció el Consejo que puso las cosas en orden. Durante los primeros años de la década de los ’80 se consideró necesaria una reforma de algunos artículos del Estatuto Social y el Consejo Directivo de turno trabajó en forma árdua y con éxito. Entre otras modificaciones se bajó el número de miembros directivos de veinticuatro a doce.
En definitiva, todas las Juntas Directivas del Hogar Español debieron soportar grandes dificultades y trabajaron en forma titánica, haciendo lo mejor que pudieron. Sería injusto ponerse a nombrar Consejos Directivos, de tal o cual época, por la trascendencia o los logros que obtuvieron. Todos trabajaron con el mismo énfasis y ánimo de solidaridad y protección de los emigrantes españoles necesitados. Por lo tanto, habría que mencionarlos a todos, lo cual podría llegar a ser tedioso a la vez que injusto por quedar involuntariamente alguien en el olvido, lo cual no aportaría riqueza alguna a esta breve historia.
Los integrantes de las diversas comisiones, sienten que fueron generosos cumpliendo con su deber en forma desinteresada. También se puede decir que todos y cada uno fueron protagonistas en su momento, parte de un equipo que hizo el esfuerzo necesario para que, a pesar de las dificultades y contratiempos, la maquinaria de protección de nuestros mayores continuase funcionando. La satisfacción natural que experimentan esos seres solidarios por la acción del deber cumplido, que enriquecerá sus espíritus para siempre, es el mejor y más merecido premio y reconocimiento que colmará sus almas.