De las crisis, las depresiones… y otros temas que se ventilan en «El vendedor de libros»

Santiago de Compostela desde el Monte Pedroso

La primera vez que un editor amigo de España comenzó a hablarnos de «la crisis» fue en el otoño boreal de 2008. Confieso que me sorprendió. Hasta ese momento, salvo algunas discusiones parlamentarias que se veían por la televisión, no oía comentarios al respecto.  «Y… ¿cómo hicieron ustedes para ir nanejando las sucesivas crisis que tuvieron?»… «Y que seguimos teniendo cada tanto tiempo desde hace más de cuarenta años»… Esa fue la respuesta inmediata, después pasamos a comentar algunos conceptos relativos a «apretarse el cinturón», el probable descenso de algunos niveles, etc. y sobre todo la recomendación de no entrar en pánico… «Después de la tormenta siempre viene la calma». Pero vaya que, visto a la distancia, sí que tenía razón el colega en estar preocupado desde ya. Tiempo atrás, a nadie le interesaba nuestros comentarios acerca de las crisis sucesivas en nuestra región. O bien la indiferencia inocente, o algunas respuestas breves y comprensivas, otras de tono algo…  como por ejemplo: «Hábleme primero de las corrupciones en su país.» A veces pensaba… «¡Cuánta ignorancia!… ¿para qué seguir hablando, si igual no me van a entender?» Era comprensible esa actitud de casi indiferencia, si Europa estaba pasando por un buen momento… ¿Qué podría ocurrir allí?… Y finalmente las cosas cambiaron y mucho, de tal forma que actualmente el comentario permanente y preponderante es… ¡la crisis!

Cuando estaba revisando y ampliando la tercera edición de «El vendedor de libros» se me ocurrió incluir algunos breves conceptos, sin pensar lo más mínimo en la trascendencia, que después comenzó a aparecer por medio de comentarios que voy recibiendo por diversos medios.

¡Cuidado!… Las crisis pueden conducir hacia las depresiones. Hay que andar con mucho cuidado. Y lo curioso es que ambas se parecen tanto…

En cierta parte de «El vendedor de libros» se comenta lo siguiente, referente a las depresiones, que a veces surgen como consecuencia de las crisis económicas… «Lo peor de las crisis, así como de las depresiones, es la incertidumbre»… «Uno se encuentra de pronto atrapado en ese fatídico laberinto y no sabe como salir, o lo que es peor, por momentos piensa que no sabe si saldrá. Es como navegar en el océano sin rumbo y sin divisar tierra firme. La inquietud, la apatía, el desgano, el desánimo nos dominan. Luego aparecen el insomnio (…), la fatiga y un sin fin de emociones desagradables. (…) La peor de las sensaciones debe ser el desasosiego. Se va y viene otra vez, de repente y a veces se queda por largo rato. Ganar esa pelea depende en gran parte de los que lo rodean a uno, de su comprensión y paciencia. Debemos abrirnos y aceptar las ayudas que nos brinden. Cuanto antes las aceptemos mejor será.»

Más adelante en el mismo libro se comenta… «El mundo va cambiando. Santiago, Galicia, toda España cambió. Hay ahora allí una dinámica diferente a la que había antes, a la que hay en el momento actual en esta parte del sur de América. En ese aspecto, por momentos Uruguay se parece a lo que era Santiago y Galicia en aquellos tiempos (…). Aprecio el cambio que se produjo en Galicia y en España en los últimos tiempos y me reconforta que mis paisanos gocen ahora, por fin de una calidad de vida mucho mejor que antaño. Hace ya como un cuarto de siglo que mi país se enganchó al tren de la modernidad, del desarrollo, avanzando paulatinamente pero sin pausa. Los pueblos de Europa dejaron de pelear entre sí y pusieron su inteligencia al servicio del progreso. Antes tuvieron que sufrir mucho. Ahora es el tiempo de apreciar y valorar lo que se tiene y disfrutarlo, sin olvidar la historia, para evitar caer en los mismos errores del pasado. Recordando que lo que se tiene no apareció porque sí, de la nada, generaciones anteriores hubieron de sufrir mucho, por largo tiempo, para que los ciudadanos actuales puedan usufructuar al fin, de un bienestar soñado, que todos los pueblos deberían poseer.»

«¡Ni el más optimista de los optimistas de mi generación se lo hubiera podido imaginar, jamás! Estar alerta y continuar progresando, ese debería ser el designio. Siempre habrá cosas que mejorar (…) El ideal es ‘algo’ indefinible, o quizás imposible de alcanzar, o tal vez no exista. Acercarnos a ese ‘algo’ lo más posible, según las convicciones de cada uno, será lo mejor que podamos realizar.»

«¡Espero y deseo que nunca más vuelvan aquellos tiempos de guerras y de miserias!… Aunque, eso sí, del embate de la crisis económica que comenzó a golpear a los países más desarrollados principalmente, no se escapó nadie. Serán necesarios algunos ajustes, tendrán que ‘apretarse el cinturón’ por un tiempo, espero que no muy prolongado. Probablemente se verán obligados a bajar determinados niveles, pero no dudo que más temprano que tarde esos países readaptarán sus economías y saldrán a flote.»

Después de releer esto caigo en la cuenta de que el atrevimiento da para mucho. Siendo nada más que un ciudadano común y corriente, sin conocimientos de economía, a parte de lo que se va asimilando con el correr del tiempo y los sucesivos vaivenes, ya me atreví nada menos que a estampar opinión en el libro. Ahora continúo con más atrevimiento aún para comentar lo siguiente… Durante la dura crisis que soportó Uruguay a partir del año 2002, que se prolongó por más de dos años, muchos de los que podían gastar, que no tenían problemas con sus ingresos siendo además éstos muy buenos, entraron en forma fulminante en el «círculo de la recesión», por aquello de «lo que pudiera pasar». Considero esa actitud un tremendo error. Al menos en lo que concierne a la mencionada crisis de Uruguay, en aquel momento… ¡fue un tremendo error! que lo único que logró fue demorar la recuperación. Sin embargo, otros en la misma situación pero con otro «alcance de mira», vieron la oportunidad y la aprovecharon. Gastaban lo de siempre y se beneficiaban de contínuo, ahorrando en consecuencia pues muchos precios habían bajado. Y algunos otros se beneficiaron aún más pues se dedicaron a invertir. O sea que pusieron en movimiento algunos de sus ahorros. Esos se beneficiaron mucho pues adquirieron bienes a precios inferiores de lo que era normal y al mismo tiempo contribuyeron a la recuperación de la economía.

Lo que me comentan ahora algunos de mis amigos desde España, no deja de preocuparme… «Los que tienen un buen pasar y pueden gastar no lo hacen, entraron también en recesión… ¡por lo que pueda pasar!»

Creo que esa actitud es un freno para la recuperación de la economía en crisis… Pero, bueno… «Cada quien sabe donde le aprieta el zapato». 

Un pensamiento en “De las crisis, las depresiones… y otros temas que se ventilan en «El vendedor de libros»

  1. Pues tal cual querido amigo! Hoy en España el que puede no quiere (por lo que pueda pasar) y el que quiere no puede. Esta es mi coletilla contínua y claro lo comentas y te miran como a bicho raro… En fin: Spain is diferent!!! y esto lo compruebo todos los días y aún me asombro a pesar del tiempo que llevo viviendo acá. Habrá que seguir luchando contra viento y marea, no queda otra. Abrazos.

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