A quien dices tu secreto…

De la biografía de Jesús Canabal Fuentes

 

A quien dices tu secreto, das tu libertad y estás sujeto.

Precisamente, la seguridad de sus acciones, la convicción, la decisión oportuna tal vez en base a la intuición y el acierto, lo acompañaron siempre.

A fines del año 1938, cuando contaba con cuarenta y un años de edad, era el principal accionista y presidía el directorio de Ipusa. Los rumores de un inminente conflicto bélico mundial de extraordinarias proporciones reclamaron especialmente su atención. Sin materia prima procedente de Europa su novel fábrica de papel podría quedar paralizada y le transmitía su preocupación a los demás compañeros del directorio, tratando de buscar una solución para el abastecimiento de su fábrica, que corría serio peligro. Los directores de la fábrica de pasta de celulosa de Suecia que los abastecía, alertó a tiempo al directorio de Ipusa. El transporte marítimo podría suspenderse en cualquier momento debido al peligro inminente. En vez de una carga regular, varias toneladas del producto, ofrecieron enviarles una carga completa que casi completaba el barco de mediano porte y significaba multiplicar por diez el pedido regular que alcanzaba para varios meses de producción, lo cual era el ideal en tiempos normales.

Canabal tomó en serio el llamado de alerta de su proveedor, percibió la solución en ese ofrecimiento de la fábrica de celulosa de Suecia. Luego de varias reuniones de directorio al fin logró convencer a la mayoría de sus compañeros del consejo.

Algunos otros se mostraban muy recelosos de efectuar esa operación de proporción inusual. Finalmente fue aceptada la propuesta de Canabal, se procedió a solicitar el crédito bancario necesario y se concretó el pedido a la fábrica de Suecia.

Pasaba el tiempo, no había noticias de la fábrica de celulosa y el crédito bancario ya estaba funcionando, por lo tanto ya había comenzado a amortizarse. Los directores que en un principio no habían estado de acuerdo en la concreción de ese negocio, comenzaron a tratar de convencer a los demás para efectuar la anulación del embarque y la liquidación del crédito bancario. Por supuesto que Canabal no estaba enterado oficialmente de esa acción que se desarrollaba a sus espaldas… pero, igualmente estaba enterado. Su cargo de presidente del directorio corría peligro, él lo sabía, el tiempo podría ser su aliado… o no.

Así pues, algunos integrantes del directorio convocaron a Canabal y los demás directores para una reunión extraordinaria. El asunto a tratar no fue dado a conocer por los convocantes. Pero Canabal sabía que el mismo era la anulación del negocio y su destitución como presidente.

La reunión se realizaría un determinado día de comienzos de 1939, en horas de la tarde como de costumbre. Ese mismo día, cuando faltaba casi una hora para el comienzo de la sesión, el gerente se dirige al despacho de Canabal y le entrega un telegrama que acababa de llegar de Suecia. Don Jesús lo abre, se pone las gafas, lo lee, lo cierra nuevamente, se lo devuelve al gerente y le pide que lo guarde en la carpeta de asuntos varios, la cual llevaría a la reunión del directorio.

A la hora fijada ya estaban el gerente y el directorio en pleno en la sala de sesiones. Canabal fue el último en entrar. Silencio, rostros serios, miradas esquivas. Don Jesús saludó a todos con afabilidad tal cual era su costumbre, tomó asiento con calma, le pidió la carpeta de asuntos varios al gerente, la abrió, miró ligeramente los papeles, reparó en el telegrama, lo retiró de la carpeta y dijo… “Ah, llegó un telegrama de la fábrica de celulosa de Suecia… Permítanme que le demos lectura antes de comenzar la reunión por si se trata de algo importante.” Y sin esperar respuesta… “Por favor señor gerente, tenga la bondad de leerlo ya que yo dejé las gafas en mi despacho.”

Señor Canabal ayer salió buque Augusta con carga completa celulosa para Ipusa. Será último embarque que sale debido a inminencia conflicto bélico mundial. Nuestra fábrica canceló producción tiempo indeterminado. Es incierta reanudación de embarques tal vez por mucho tiempo. Felicitamos calurosamente a usted y directorio de Ipusa por la acertada decisión”.

Las miradas de todos los integrantes del directorio se cruzaron, por un momento reinó el silencio en la sala, hasta que Canabal, como ignorando la situación de fondo, con su clásica media sonrisa, se dirigió a sus compañeros y dijo… “¿Tenemos alguna novedad hoy? Ah… ¿cuál es el punto a tratar en esta reunión extraordinaria?”

De pronto, el silencio era total en la sala, las miradas se cruzaron, las manos de algunos se retorcían nerviosamente. Mientras esperaba respuestas, Canabal no dejaba de mirar a uno y otro alternadamente, sonriendo levemente como de costumbre. Después de unos momentos, por fin uno de los directores dirigiéndose a él expresó: “No, don Jesús, no hay nada especial que tratar, mejor vamos directamente a asuntos varios.” Los demás compañeros de directorio asintieron, algunos se distendieron, otros se movieron nerviosamente en sus asientos y todos se expresaron de forma similar a como lo hizo el primero que rompió el silencio y terminaron felicitando a su presidente por la acertada decisión.

26 de agosto de 1979 – «El vendedor de libros» o «El tigre enjaulado»

‎Precisamente, un día como hoy hace treinta y cinco años, después de «patear» las calles sin parar durante diez años, por fin abrimos al público un muy humilde local. El letrero de la calle Colonia 1567 indicaba «M.R.Losa-Libros Técnicos». Una gran ilusión y muchas penurias. Casi toda la historia, siempre queda algo más para contar, se encuentra en «El vendedor de libros», cuyo título bien podría haber sido «El tigre enjaulado», porque eso era lo que parecía un servidor. Acostumbrado a la búsqueda callejera, con todos los devenires circunstanciales que se presentaban, de todo tipo y color, esperar por los clientes me desesperaba. Ciertamente, parecía un tigre enjaulado.
Flor_Mejorando tus días_

«O vendedor de libros», 1ª edición, en galego… «El vendedor de libros», 3ª edición en castellano, Losa Ediciones. Imperdible, emotivo, real como la vida misma, profusión de anécdotas y personajes. El pasado reciente «se desnuda» a través de sus páginas, de tal forma que, por momentos… es como «para reir a carcajadas», o en la siguiente página… para reflexionar profundamente.

«A leitura é uma fonte inesgotável de prazer mas por incrível que pareça…»

Copiado del Facebook… «O vendedor de livros» que también tiene un blog con el mismo título.

 Simples «cosas de la vida» en las que a veces no prestamos demasiada atención, pero suceden. La búsqueda de la independencia laboral y… ¡el precio que se debe pagar por esa osadía! Las preocupaciones por la familia, los pequeños hijos; los escasos logros, dulces como si fuesen grandes éxitos; las traiciones inesperadas, abruptas, también la solidaridad espontánea, casi al mismo tiempo, pero claro, surgiendo desde diferentes ángulos y personajes distintos.

  • Como dice Xurxo Bértolo, mi amigo gallego, el fino artista que diseñó la cubierta y demás detalles de la 3ª edición y escribió la contratapa: «… El mundo de la letra impresa lo enredó y ya nunca pudo escapar de sus encantos ni de sus miserias. Un libro repleto de anécdotas llenas de emociones, unas veces cómicas, otras trágicas, y otras cargadas de esa savia reflexiva que caracteriza a las personas a las que la vida las ha modelado a través del esfuerzo y la tenacidad. Sus aventuras infantiles en Santiago de Compostela se mezclan con maestría con crónicas de su historia contemporánea que, a la postre, compartirá con la de cientos de miles de emigrantes en un Montevideo muy influido por las consecuencias de las guerras de Europa. El autor ha aprendido mucho de su oficio, mayormente de manera autodidacta, pues esta profesión lo armó, entre otras herramientas, con técnicas de venta, con recursos sicológicos contra los contratiempos, con la ilusión a través de la superación y, además, con el compañerismo entre colegas de diversas latitudes… Aquí, el lecor encontrará una historia sincera que rebosa optimismo realista, ese que se alimenta de las sorpresas que la existencia lleva y trae y del buen humor que nos ayuda a digerirlas. Y con la lealtad hacia una profesión que ha definido la vida de muchas personas como el autor, gente marcada por la curiosidad y por el compromiso con la razón y la concordia.»

Pero, bueno… para que voy a seguir contando, mejor será «saborear» las anécdotas que contiene ese libro, mediante su lectura, la cual recomiendo efusivamente.

Advertencias para emigrantes

De la Introducción de «Cuatro historias de emigrantes» – Ante la corriente migratoria hacia América, en constante crecimiento y en paralelo a las exigencias de los países receptores, las autoridades españolas, a los que tenían intención de emigrar, alrededor de 1930, les entregaba un librito de muy pocas páginas, en papel rústico y carente de pie de imprenta ni fecha, ni indicación de quien lo publicaba y que llevaba por título Advertencias para emigrantes.

En dicho librito  se publicaban las «Advertencias útiles a los emigrantes que se dirijan a: República de Cuba; Estados Unidos de Brasil; República Argentina; República Oriental del Uruguay. Se advertía en cuanto a la documentación necesaria y demás requisitos formales para ser aceptados como inmigrantes en cualquiera de los países mencionados. En todos los casos era excluyente ser discapacitado, tener más de sesenta años de edad y otras exigencias; también en cuanto al ingreso de menores de edad, mujeres que viajaban solas o enfermos mentales, se establecían determinadas restricciones. En el caso de Argentina, además, se informaba en relación a posibilidades de ayuda que podían encontrar a su llegada al país, proporcionando también nombres y direcciones de entidades gallegas y españolas.

Las autoridades españolas tenían registro de los numerosos centros y asociaciones de emigrantes existentes en Buenos Aires, así como en las demás capitales sudamericanas y en

el libro de Advertencias incluían el nombre y dirección de ochenta instituciones de la ciudad de Buenos Aires y alrededores, ya que esa capital era punto de destino preferido. De tal forma, el emigrante tenía presente la existencia de esas asociaciones a las cuales podía recurrir en busca de ayuda en caso necesario. El emigrante buscaba entre esos centros el más afín o próximo a su comarca, villa o ciudad y necesario o no, concurría con premura para alternar con paisanos. En Montevideo existían numerosos centros también, aunque en menor cantidad, proporcional al tamaño de la ciudad, sus habitantes y la emigración que recibía. Los porcentajes eran similares en las dos ciudades y los emigrantes que llegaban a las dos orillas del Río de la Plata no sentían el desarraigo tanto como los que se dirigían a otros puntos de América del Sur.

Para entrar a los dos países del Río de la Plata, Argentina y Uruguay, como emigrante con pasaje de tercera clase, había que tener contrato de trabajo o carta de reclamación de algún familiar o persona responsable que comprobase que podía hacerse cargo del emigrante. Los trámites para poner en regla la documentación necesaria insumían varios meses y visitas reiteradas al consulado correspndiente. Algunos jóvenes que no podían reunir los certificados o no tenían quien los reclamara o estendiese contrato de trabajo y además no tenían forma de reunir el dinero necesario para la compra de un pasaje de clase turista, por lo tanto muchos se arriesgaban como polizón con el consiguiente riesgo de ser descubiertos, lo cual acontecía a veces, siendo deportados desde el primer puerto donde hiciera escala el buque. Otras veces la suerte los acompañaba y hasta eran ayudados por la tripulación del barco, con el desconocimiento del capitán por supuesto, logrando desembarcar en Montevideo, Buenos Aires o cualquier otro puerto, deambulando después por la ciudad, tal vez con algunas monedas que los mismos tripulantes les metían en los bolsillos y un papel con una dirección de algún emigrante residente que terminaba prestándole ayuda de algún modo o cuando menos dándole cobijo al comienzo.

Continuará…

50 Años del Hogar Español de Ancianos de Montevideo – 2ª parte

Eran frecuentes las visitas de los integrantes del equipo a prominentes empresarios de la colectividad, como José Añón, Jesús Canabal, entre otros. Comentaría José Manuel Pazos: “Cada vez que íbamos a visitar a don Jesús Canabal a su fábrica de papel, Ipusa, para solicitarle alguna ayuda, no solo correspondía generosamente sino que salíamos de esas reuniones plenos de entusiasmo por el optimismo y empuje que nos transmitía para que continuásemos con la obra… ‘Cuando se vean en dificultades, por insalvables que parezcan, vengan por aquí que juntos le buscaremos la solución’…” De igual forma recurrían a otros empresarios prestigiosos de la época que, dando muestras de gran solidaridad, apoyaron la iniciativa de esos persistentes luchadores, que más se parecía a una utopía que a una posibilidad real.

En sus comienzos, y por varios años, el proyecto parecía una empresa imposible de lograr, había que pensar en personal médico, de enfermería, de servicios y partían de cero. La consabida desconfianza de algunos hacía que a veces se encontraban también con la aspereza de ciertos incrédulos, que percibían esa obra como algo imposible de lograr, entonces no faltaron aquellos más suspicaces que se expresaban con acritud hacia los “quiméricos soñadores”… “Dime la verdad, fulano… ¿tú en que ‘negocio’ andas?” Pero, a pesar de algún que otro desencanto de vez en cuando, el tenaz equipo continuaba con afán en lo que creían, con fe e ilusión. Y fue así que, ese grupo constituído en sociedad formal el 7 de abril de 1964, un año y medio después adquirió una casa en la esquina de las avenidas Millán y Sayago, en el barrio del mismo nombre, algo alejado del centro de Montevideo. El 19 de noviembre de 1965 se firmaban el compromiso de compra por la casona de varias habitaciones, ubicada en un predio ajardinado de tres mil setenta y tres metros cuadrados, por la que abonarían el valor de setecientos mil pesos.

El Consejo Directivo que tuvo a su cargo la responsabilidad del compromiso de compra de la propiedad, estaba constituído por: Ricardo Pérez Candame, Ramón Colomé Solé, José Manuel Pazos Pereira, Ángel Rodiño Buceta, Cristián Mantilla, Manuel Salgado, José Sarciada, Hipólito Porteiro, Eugenio Álvarez, Gumersindo Álvarez Blanco, Pedro Mendívil, Nieves Fernández, Florinda Pazos, Benjamín Fernández, Luis Luna, Eulogio González, José Villa Albo, Ramón Gómez, Germán Fernández Fraga, Manuel Estévez Rial y Emilia de Santurtún y Suazo.

La casona pertenecía al Consejo del Niño y servía de residencia a varios menores de edad a su cargo. El traslado de esos adolescentes a otro hogar ya estaba determinado, solo faltaban detalles administrativos. Muchos suponían que la consabida burocracia del Estado frenaría la ilusión de ocupar el edificio por unos cuantos meses. Los persistentes españoles no se amilanaron lo más mínimo, simplemente se dirigieron personalmente a la directora del Instituto, la doctora Adela Reta, para solicitarle la liberación de la propiedad a la mayor brevedad posible. La mencionada señora los atendió en forma amistosa y les prometió una pronta resolución. Pasó solo algo más de una semana, el traslado de los jóvenes a su nuevo hábitat se concretó y la casona quedó libre y a disposición del Hogar Español de Ancianos.

Tramitados los permisos correspondientes, en carácter de urgente, en esa amplia casa quinta, después de acondicionarla con el mínimo necesario, alojaron de inmediato a los primeros adultos mayores, siete españoles que en ese momento eran residentes del precario Asilo para Ancianos Piñeyro del Campo. Al ver cumplido su primer logro y comprobar que el emprendimiento tenía posibilidades, los visionarios elevaron su autoestima y al influjo del ánimo que invadía sus espíritus, multiplicaron con más énfasis su accionar. Parecían frailes incansables mendigando para los más necesitados, le pedían colaboración a todos los más pudientes, empresarios y empleados que estuviesen en posibilidad de ayudar. Los que menos podían colaboraban haciéndose socios o con pequeñas donaciones.

Las adhesiones siempre fueron en aumento. En el año 1975 la Institución contaba con un registro de dos mil quinientos setenta socios colaboradores.

La colectividad española en general respondió en muy buena forma. Crecía el entusiasmo y se arrimaban voluntades al proyecto ya convertido en realidad. Se dieron casos como el del centro social y mutualista Casa de Galicia. Estando en ejercicio de la presidencia Manuel Rodiño Buceta, mediante asamblea de socios y con el voto unámime de los presentes, se resolvió otorgar en principio, el uno por mil de la recaudación para el Hogar Español de Ancianos. El Club Español también donaba una parte de sus ingresos. El Centro Asturiano y la Casa de Asturias destinaban una parte del dinero que obtenían en sus reuniones festivas. De alguna forma, en mayor o menor grado, todas las instituciones españolas, Centro Gallego, y demás clubes sociales, Valle Miñor, Orensano, Morgadanes, Bergantiños, Valenciano, Casa Andaluza y un largo etcétera, destinaban parte de sus beneficios en favor de la obra en desarrollo, que entusiasmaba y era ya orgullo de todos los españoles.

Las donaciones de propiedades, por parte de personas o instituciones, fueron y son un aporte muy importante para reserva y recurso de fondos que muchas veces sirvió como tabla de salvación para atender las necesidades del elevado presupuesto de la Institución. Quizás uno de los primeros legados fue el edificio que ocupaba Casa de España en la calle Mercedes casi Minas. Dicha sociedad se fundó en Montevideo en octubre de 1936, con el fin político de representación de la República Española en el Exilio. En junio de 1979 ponía fin a su existencia. Ante ese hecho, el Consejo Directivo convocó a una asamblea de socios con el objetivo de donar la propiedad al Hogar Español de Ancianos. La votación unánime de los asambleistas se pronunciaba por la afirmativa. El documento de propiedad fue entregado en una reunión que se realizó en la Embajada de España. Según testimonio de Rogelio Martínez Barreiro, dirigente de Casa de España, presente en dicha asamblea, la casa fue vendida después en una acción de remate y el Hogar recibió por tal concepto, una cifra muy importante, oportuna para cubrir necesidades urgentes del momento.

Otro caso destacable fue el legado que dejó establecido don Jesús Canabal Fuentes, dos años antes de su fallecimiento, para diecisiete instituciones, casi todas españolas, entre las que estaba incluído el Hogar Español de Ancianos.

Según comentario de Eduardo Alonso: “Después de agosto de 1985, cuando don Jesús dejó de existir, como Secretario del Hogar, por varios años, al final del ejercicio de Ipusa, éramos citados y allá nos dirigíamos con el Tesorero de turno, al departamento de la calle Río Branco donde habitaba Maravilla Pérez, la viuda de Canabal, con quien manteníamos siempre una prolongada conversación acerca de diversos detalles y marcha de la Institución. Ella misma nos hacía entrega del cheque que correspondía al cobro de los dividendos por las Acciones que pertenecían al Hogar Español.” Aparte de lo mencionado, son innumerables los testimonios de agradecimiento del Hogar a don Jesús, por las múltiples donaciones que efectuaba en forma continuada para la compra de colchones, camas y un sinfín de elementos necesarios.

Había también un número importante de colaboradores individuales, muchos de ellos que preferían permanecer en el anonimato, y de pronto no existen testimonios escritos, pero sí en la memoria de algunos, como es el caso de Manuel Martínez Calvelo, emigrante gallego nacido en Coristanco en 1922, instalado con panadería en el barrio de La Unión, quien además participaba en acciones de ayuda en favor del Hospital Sanatorio Español, junto con su paisano, el andaluz José Martínez Reina, propietario de la fábrica téxtil “La Aurora”, quien proporcionaba mantas para dicho hospital, del cual fue presidente, y ambos donaban el dinero para la compra de colchones y otras necesidades, para una y otra institución.

Sin duda que habría muchos más ejemplos para destacar. Sirvan como muestra nada más que los mencionados a modo de síntesis de esta exposición, aunque también por respeto a la discreción y reserva que la mayoría de los colaboradores, aún en el tiempo presente, pefieren mantener. Por tal motivo es justo mencionar la dignidad derivada de la solidaridad desinteresada de un elevado número de emigrantes españoles, de todas las regiones, anónimos, o los nombres de los cuales poco trascendieron, por solicitud expresa de ellos mismos, procurando prestar su colaboración de alguna forma, de acuerdo a sus posibilidades, con gran sacrificio muchas de las veces, antes en favor de los que quedaban en España, en los tiempos de necesidades notorias, con envíos de dinero, instalación de centros de estudio y de sanidad, y tiempo después en atención a los requerimientos de algunos de sus paisanos residentes en Uruguay.

Los primeros tiempos del Hogar Español de Ancianos fueron de un enorme sacrificio, pero nadie bajaba los brazos, todos los que podían colaboraban de una forma u otra. Consuelo, natural de Cartagena, empleada de la mueblería del asturiano José Caso Vigil, otro de los entusiastas colaboradores y fundador, atendía diversos quehaceres del Hogar en sus momentos libres. La esposa del catalán Domenech, directivo en los primeros tiempos, una monja retirada, se encargaba de la atención de la cocina. Todo el que podía concurría lo más posible a la casona presto a realizar cualquier tarea que fuese necesaria.

Las esposas de los integrantes del Consejo Directivo y de allegados colaboraron decididamente desde el comienzo, formando una Comisión de Damas, que siempre estuvo muy activa, actuando con gran eficacia, con logros importantes en la recaudación de fondos y otros detalles más trascendentes como el acercamiento permanente hacia los residentes a fin de brindarles palabras de afecto y momentos de compañía. El espíritu de ese equipo, que en determinado momento pasó a denominarse Comisión de Ayuda, se mantuvo inalterable siempre, hasta el momento actual en que su exitosa participación resulta imprescindible.

Pocos años después de la fundación, los integrantes del Consejo Directivo y sus colaboradores veían desbordada la capacidad de la casona de la esquina de Millán y Sayago. El estado de acinamiento se acercaba cada vez más, los ruídos derivados del tránsito vehicular y ferroviario, teniendo dos avenidas y la vía del tren a pocos metros de distancia, hacía que la residencia comenzase a ser poco confortable. La preocupación de todos iba en aumento. Sentían la necesidad de un cambio importante, a un lugar con mayor capacidad, pero les costaba mucho esfuerzo reunir los fondos necesarios para acometer ese nuevo desafío.

La comunicación y acercamiento entre el Hogar Español y las autoridades del Gobierno de España, en ambos sentidos, fue motivo de preocupación desde los primeros tiempos. Consideramos oportuno transcribir parte de una carta del 25 de junio de 1969, del Hogar Español, dirigida a:

“Don Fernando Magariños Torres – Instituto Español de Emigración – Madrid… Distinguido amigo: Hemos recibido sus atentos saludos desde Madrid, así como los del Ministro de Trabajo y del Director General del Instituto (…) Todavía vibrante en nuestro ambiente el eco de la palabra encendida de nuestro Ministro, queremos hacerle algunas puntualizaciones referente al Hogar Español, ya que los muchos problemas a que ustedes quisieran prestar atención durante la visita y la brevedad de la misma, nos impidieron abundar en este aspecto que consideramos de utilidad esté en conocimiento del Instituto Español de Emigración.

La vieja casona (…) oportunamente visitada por el Ministro de Trabajo y su comitiva, fue adquirida por el Hogar, hace tres años en unos $ 700.000, cuenta que en estos días estamos en trance de saldar. Conceptuamos su valor en estos momentos en unos tres millones de pesos (…) Al realizar esta adquisición esperábamos una decidida reacción de la colectividad que, hasta ese momento a cinco años de puesta en marcha la idea del Hogar, limitaba su generosidad económica por falta de algo tangible que pusiera de manifiesto la seriedad y eficiencia del trabajo realizado por un grupo. (…)

El señor Romeo Gorría, después de observar detenidamente el estado de la edificación, manifestó claramente la escasa utilidad que podía prestarnos ese local, animándonos a venderlo y adquirir un predio capaz de albergar un edificio más apropiado y que ofreciera posibilidades para cultivo y actividades de granja. Fueron sus palabras textuales: ‘Esto no sirve; vendan esto y compren esas hectáreas de que hablan; yo les mandaré un proyecto desde España para que edifiquen’.

Compartimos plenamente las palabras de nuestro Ministro. Sin duda que tan pronto nos sea posible habilitaremos este precario edificio para una veintena de ancianos; tal vez esto sirva para mover a los compatriotas pudientes de nuestro medio y con la colaboración ofrecida por el Gobierno Español, acometeremos esta obra que cada día se hace más necesaria por la escasez de viviendas, el subido costo de los alquileres y las magras jubilaciones asignadas a muchos de nuestros ancianos.

Con la seguridad de que nuestras inquietudes y problemas son siempre muy bien recibidas y atendidos por el Instituto Español de Emigración, le hemos ofrecido a usted esta impresión del Hogar Español, obra que deseamos sea el orgullo de España en el Uruguay.

Con este motivo nos valemos de la oportunidad para saludar a usted con nuestra consideración más distinguida.”

“Arturo Suárez Carbonell-Secretario      Eugenio Álvarez Teijeira-Presidente”

Poco tiempo después, las autoridades del Hogar ya tenían en vista una mansión amplia situada en medio de un gran parque arbolado. La capacidad se multiplicaba por cuatro o cinco. La ubicación, en la Avenida de las Instrucciones, relativamente cerca de la casona que ocupaban, resultaba ser muy adecuada. Pero, los resultados de recaudación eran muy magros y  para colmo de males, no encontraban el eco que necesitaban y esperaban de las representaciones diplomáticas españolas del momento.

Con la preocupación de acometer la nueva empresa, aunque con cierto desánimo, cambiaban ideas y deambulaban otra vez en busca de fondos importantes, cuando de pronto, dos años después del acontecimiento relacionado con el Ministerio de Trabajo, comentado anteriormente, el Hogar recibe una visita trascendente. Llega a la residencia de ancianos don Licinio de la Fuente, Ministro de Trabajo y Seguridad Social del Gobierno de España. De la avenida Millán y Sayago los directivos acompañaron al insigne visitante a la Avenida de las Instrucciones a fin de presentarle al señor Ministro la mansión y parque con la que soñaban. El Presidente del momento, don Eugenio Álvarez Teijeira, después de acompañar al ilustre visitante en una recorrida por las amplias instalaciones y el predio arbolado, ideales para la ubicación de la nueva residencia para los ancianos, planteó al representante del Estado Español la necesidad de obtener una ayuda de su gobierno, a fin de reunir los recursos faltantes para la adquisición y concretar así el sueño de todos. Entonces, el señor Ministro le preguntó a Álvarez Teijeira… “¿Cuánto es el dinero faltante que ustedes necesitan para efectuar esta adquisición?” Y a la respuesta del Presidente del Hogar, el representante español manifestó… “¡Desde ya puede contar usted con ese dinero en su bolsillo, señor Presidente!”

 

50 Años del Hogar Español de Ancianos de Montevideo

Hogar Español de Ancianos – 50 Años de existencia

 Entre el crepúsculo de la década de 1950 y los albores de la siguiente, la emigración española hacia a ambas orillas del Río de la Plata comenzó a decrecer notoriamente. Algunos ya emprendían el retorno a su lugar de origen, aunque fueran pocos los que se quedaran definitivamente en España. Era el comienzo de una época distinta, los países de Europa comenzaban a resurgir económicamente, mientras en España aún había escasez de posibilidades laborales, por lo que muchos de los retornados recurrían a emprender una vez más el camino incierto de la emigración, ahora hacia la nueva esperanza, la Europa Central.

La actividad cultural, festiva, política, de la colectividad española en Uruguay  no menguó ni fue afectada por lo antedicho. Al contrario de lo que podría considerarse lógico, se potenció de tal forma, que acontecieron en ese tiempo hechos trascendentes, considerándose uno de los más importantes la fundación del Hogar Español, en primer término, pasando a adquirir por cierto período el nombre de Hogar Español y Ambientación de la Ancianidad, antes de constituirse en sociedad civil formal, adquiriendo tiempo después el nombre definitivo de Hogar Español de Ancianos, denominación vigente por varias décadas. Finalmente, desde hace varios, el nombre definitivo pasó a ser Hogar Español.

El tiempo feliz del Uruguay de la economía floreciente, la “Suiza de América”, ya había dejado de existir. Comenzaba una época de grandes dificultades, que un grupo de emigrantes españoles, perspicaces, tenaces, poseedores de una gran fortaleza espiritual, percibió. Fue así que comenzaron los desgastantes esfuerzos individuales, al principio, en busca de una solución para aquellos emigrantes carentes de familia y recursos económicos. Los visionarios pronto advirtieron que en un futuro próximo los desamparados podrían llegar a ser muchos.

En un momento determinado aquellas personas inquietas se buscaron, con mucho entusiasmo comenzaron a cambiar ideas y finalmente decidieron formar equipo a fin de impulsar lo que pronto sería una obra social de gran alcance, la creación de un hogar para ancianos españoles emigrantes necesitados de ayuda. En ese tiempo ya había algunos adultos mayores en precarias condiciones, que necesitaban auxilio en forma urgente. La tarea se presentaba árdua, afloró entonces la fortaleza de espíritu, la característica generosidad del emigrante español en favor de los demás. Ya en las primeras reuniones, que se realizaban al comienzo en las oficinas de remates del asturiano Sanjurjo, se comprometían en una iniciativa de características extraordinarias que pondría a prueba su temperamento, en momentos que no eran los más favorables merced a la inestabilidad económica, política y social existentes en el país. Precisamente tal vez esas circunstancias negativas era lo que más los impulsaba a enfrentar con mayor energía esa acción, por las necesidades y el desamparo que acechaba a unos cuantos compatriotas.

Tiempo después el equipo tenía su Secretaría de Organización en la sede del Centro Gallego de Montevideo, lugar donde también se reunían de vez en cuando. Los recibos de “cuota social” tenían la siguiente inscripción: “Hogar Español y Ambientación de la Ancianidad – Secretaría de Organización. San José 870, teléfono 8 24 86 (Centro Gallego) – Montevideo”. Más adelante, el grupo aceptó el ofrecimiento de las autoridades del Club Español y fijó el lugar de la Avenida 18 de Julio 1332, para las reuniones y sede de su Secretaría, que lo fue hasta fines de 1973.

Lo más probable es que la idea ya comenzase a germinar desde hacía un tiempo en la mente de varios emigrantes españoles, quizás al mismo tiempo, pero de acuerdo a testimonios, la primera expresión surgió de Gumersindo Álvarez Blanco, de profesión enfermero, nacido en Galicia, persona polémica, extrovertida y entusiasta en extremo. Los principales impulsores del proyecto que desde un principio se sumaron a la idea del ya nombrado, fueron, José Manuel Pazos Pereira, Rómulo Ardán, Ángel Rodríguez, Ángel Rodiño Buceta y varios más que junto a algunas empresas propiedad de españoles emigrantes, se fueron uniendo al grupo pionero. Las mutualistas Casa de Galicia, fundada en 1917 y la Asociación Española Primera de Socorros Mútuos, existente en Uruguay desde 1853, así como los demás centros sociales españoles, en mayor o menor medida prestaron su amplio apoyo desde un comienzo.

En esos primeros años de la década de los ’60, cuando se estaba formando el Hogar Español de Ancianos, la prioridad del equipo en crecimiento fue buscar la forma de reunir fondos a fin de adquirir una propiedad con el objetivo de cubrir una necesidad inmediata, albergar allí a algunos ancianos españoles residentes en el Asilo Piñeyro del Campo, institución muy carenciada del Estado.

La primera tarea a emprender era la adhesión de socios, de tal forma don Gumersindo Álvarez Blanco, se auto suscribe con una cuota importante, en Enero de 1960. Le siguieron Jesús Alonso en abril del mismo año y en el mes de junio, José González Gonda, Germán González Pérez, Juan Moreira, Celestino Caeiro, Manuel F. Alonso, Francisco Vázquez, José Benítez Alonso, Francisco Vázquez, Ramón Colomé Solé, José Pino, Plácido Añón, Manuel Otero Bello, José Alonso, Aquilino Perin Barreiro, Manuel y José Fernández, Manuel Martínez Rodríguez, Ángel Albariño, Hipólito Porteiro, José Barreiro Lago, Asunción G. de Durán, Manuel Bravo, Gumersindo Carballal, Estévez y Juncal, Carlos Fernández, Francisco Lorenzo, José Souto Souto, Ubaldino Mosquera. A esta lista siguieron José Manuel Pazos Pereira, Ángel Rodiño Buceta y un número importante de entusiastas colaboradores. La asignación más elevada era de mil doscientos pesos, le seguían otras de seiscientos, trescientos, doscientos cuarenta y ciento veinte.

Sin duda, suscripciones que deberían ser anuales, cuando en esa época el sueldo mensual de un auxiliar administrativo de comercio rondaba los quinientos a ochocientos pesos. El dólar tenía un valor de aproximadamente cuatro pesos. Un lustro después la unidad monetaria de Estados Unidos pasaba a costar veinte pesos. En el primer trimestre de 1965 comenzaba una época de inestabilidad económica, la inflación de desataba en forma desenfrenada.

Destacamos un documento de cobranza de la señora María Teresa Devesa, de Enero de 1964, que nos ilustra en cuanto a los valores de la época… “Por nueve mensualidades cobradas adelantadas valor $ 48.45…” “Por nueve donaciones

valor $ 79.00, consideradas como pago de cinco cuotas…”

Esta es la primera nota de otras que seguirán, transcribiendo aquí una breve historia del Hogar Español, que cumplió 50 años el 7 de abril de 2014, que se publicó en un libro-revista con ilustraciones, que está disponible para quien desee tenerlo. Ese día, en el comedor del Hogar, se realizó una cena con música, baile, en homenaje a los residentes y se invitó a los funcionarios que quisieran concurrir. Afortunadamente pudo asistir un número muy importante de residentes y colaboradores. Allí se les entregaron medallas a siete empleadas que ya llevaban más de veinticnco años prestando servicios. También se dio presentes a residentes con más de veinte años de permanencia. Huelga decir que fue un acto altamente emotivo, que culminó con, además del discurso, canciones a capela del propio presidente del Hogar. En notas próximas se comentará acerca de otros eventos relacionados con este cincuentenario. 

 

Sesenta años después

  1. Foto: A los pocos días de llegar con una gran ilusión a Montevideo, hace ahora sesenta años, con la compañía de mi hermana Mucha, el tío Pancho -el polizón que nos trajo a todos-, la tía Divina y las primas María del Carmen y Concepción.
    En la foto:  mis primas Concepción y María del Carmen, la tía Divina, mi hermana Carmiña y quien escribe, Manolito, acompañando al tío Francisco -Pancho-, el polizón que se fue de su casa cuando tenía tan solo diecisiete años de edad, allá por 1929. Un día de ese año le comentó a su hermano Leopoldo, dos años mayor, que él se iría de polizón en un barco, hacia cualquier lugar… «Guarda el secreto, nadie deberá enterarse y menos mamá». A sus hermanos Pablo y Marcelino «les distrajo» camisa y pantalón, Leopoldo le regaló unos zapatos nuevos y con ese petate se dirigió a Vigo, al barrio portuario del Berbés donde vivía Divina, la viuda de Vicente, el mayor de los hermanos Rocha, fallecido recientemente en el servicio militar de África. «Yo no quiero pasar por lo mismo que mi hermano Vicente, así que me voy para América, a cualquier lugar».
    Qué curioso, en ese momento comenzaba a gestarse la emigración de muchos miembros de la familia, algunos que aún no habían nacido. A fines de los ’50 llegué a contar treinta y nueve miembros de la familia en una de aquellas reuniones veraniegas de los domingos.
    La tía Divina cobijó a su cuñado en su casa y unos cuantos días después Pancho embarcaba en un vapor de pasajeros que se dirigía hacia Buenos Aires, vestido como un marinero más. El azar quiso que ese barco se dirigiera hacia el Sur y así quedó marcado el destino de los emigrantes de esa familia, que podía haber sido otro, La Habana, Nueva York, Valparaiso…
    Dos décadas después Francisco intentó la comunicación con su madre. Trabajaba él como marino mercante y en uno de los viajes a Europa, haciendo escala en Barcelona, desde allí efectuó una llamada telefónica a la casa de Doña Isabel, nuestra vecina del primer piso y dueña de la planta baja  que habitábamos en la Avenida Rosalía de Castro. «Tu madre falleció y le dimos sepultura ayer». Esa lacónica respuesta del otro lado de la linea hizo pedazos su ilusión. El silencio, la congoja invadieron su alma y de inmediato se hizo una promesa… «Ya que no podré ver a mi madre, me llevaré conmigo a todos los que pueda». Y esa fue su misión. Era un simple trabajador, apenas tenía unos pequeños ahorros, pero contaba con buenas amistades con las que fue consiguiendo créditos para solventar el gasto de los pasajes. Y así, dos años después, en 1951 emigraban los cinco de la familia de su hermana menor, Margarita, le seguiría la de la otra hermana, Carmen, mi madre, cinco más la prima Mº del Carmen, hija de su hermano Pablo, al que le había «distraido» una camisa sin estrenar cuando emprendió su aventura.
    La fotografía testimonia un día como hoy, una semana después de arribar a «la tierra de promisión». Emocionante recordar aquella época de gran ilusión. Todo era nuevo y nos sorprendía. No podríamos imaginar entonces de cuan duro sería el camino. Solo Mª del Carmen conseguía colocación en una casa de familia y el niño de trece años empezaba a trabajar como mandadero en una fábrica, once días después de arribar. Los otros dos que buscaban empleo, don Manolo el relojero y Carmiña su hija, debieron esperar dos meses para encontrar su oportunidad.
    Leopoldo y Francisco se reencontraron en Montevideo treinta años después, fue muy emocionante. Hubo momentos de gran alegría durante esos años, pero la congoja también dijo «presente». Solo doce años después Carmiña emprendía «el camino de las estrellas» y la seguiría Concepción casi enseguida. Los demás de la fotografía «se fueron» antes de finalizar la década de los ’70, salvo Mª del Carmen que vive en Compostela y quien escribe esta nota que echó raices donde se lo marcó el destino.

Banda de Gaitas Irmandade – Dez anos de camiño

«Diez años de camino». Un título significativo que marca nuestra trayectoria.
La Banda de Gaitas Irmandade, esa familia grande y entusiasta que celebra su décimo año de existencia con la realización de un gran festival musical al que están invitados a participar todos los músicos que a través de estos años pasaron por la banda, aportando su talento y dejando un afectuoso recuerdo y la amistad perdurable. A este espectáculo está invitada la Banda de Gaitas Güestia, de los amigos asturianos, además de otros invitados especiales. No solo se interpretará música tradicional gallega, habrá sorpresas del género musical.
¡Un espectáculo musical imperdible!

«Catro historias de emigrantes» e «O portal da Cultura»

Literatura: Os mellores de 2009


“Galicia non se entende sen América” – En el mes de la Patria Gallega y el Apóstol Santiago, recuerdo aquel reconocimiento que oportunamente otorgara «O Portal da Cultura-Consello da Cultura Galega», a un trabajo realizado con empeño y amor por un emigrante. Gesto tan inesperado como destacable, que se agradece y anima a continuar en la búsqueda.

«Un ano deixa moitos títulos tras de si, e facer unha selección non é sinxelo. Solicitámoslle aos autores das recensións do noso soportal literario que fixesen cadansúa escolla persoal. Como resultado, obtivemos unha lista na que as coincidencias son mínimas. Está visto que hai propostas para todos os gustos dentro do publicado nos últimos doce meses.

Na escena
A selección de Inma López Silva céntrase en obras dedicadas ás artes escénicas. Máis concretamente, achéganos dous textos teatrais e un ensaio, nun ano que, advirte, considera “algo árido” neste campo xa que “pesa a excelencia das publicacións teatrais de fins de 2008”. Dentro dese panorama, López Silva destaca a Obra dramática completa de Sarah Kane, publicado por Galaxia. Para a nosa crítica, esta é unha “publicación fundamental que chega a fins de 2009 e que, nunha tradución exquisita de Manuel F. Vieites, permite acceder en galego a unha das voces máis orixinais e importantes do panorama teatral actual mundial. De fondísima influencia no chamado post-drama, Sarah Kane é unha dramaturga imprescindíbel”. Máis preto de nós, salienta Sempre quixen bailar un tango, de Teresa González Costa. “Este Premio Álvaro Cunqueiro destaca pola súa elegancia, pola súa capacidade evocativa e pola súa corrección dramatúrxica”, salienta López Silva que, a un nivel máis teórico, aposta tamén polo Manual de práctica teatral feminista de Elaine Aston, editado en Galaxia. Segundo explica a nosa colaboradora, “as teorías feministas, de fonda traxectoria en Filosofía e Teoría Literaria teñen só unha relativa aplicación ao panorama teatral, espazo importantísimo tanto para a reflexión como para a expansión do pensamento feminista. A biblioteca de ensaio teatral de Galaxia, así, convértese nun espazo de referencia peninsular para a actualización da teoría do teatro”.

Ensaiando
Gustavo Hervella centra a súa selección en ensaios deste ano, e arrinca polo recente As razóns do galego de Henrique Monteagudo, que publicou Galaxia. “Nos tempos que corren, onde as culturas minoritarias están esmorecendo, traballos como o de Monteagudo son benvidos e, sobre todo, necesarios”, lembra o noso crítico. “O galego, como sinal de identidade da terra –aínda que non a única- está a ter un presente convulso e un futuro incerto. Esta recompilación de ensaios, xornalísticos uns e académicos outros, inciden nesta problemática”. A diáspora galega centra Catro historias de emigrantes, de Manuel Losa. Hervella lembra a cita do autor de que “Galicia non se entende sen América”, e sinala que “esta frase, evidente para a historia do país, cobra maior forza e presenza grazas a reflexións como a de Losa Rocha, emigrante el mesmo e polo tanto testemuña de primeira liña do fenómeno migratorio. É a emigración a través das biografías de catro galegos e a relación coa cultura a que se nos amosa neste estudo, complementario doutros e que fornece a produción ensaística desta temática en Galicia”. Continúa a selección do noso colaborador coa compilación de artigos Facendo historia con memoria que Lourenzo Fernández Prieto publicou en 3C3. “Nos últimos tempos os traballos sobre a memoria da represión franquista colleron un pulo destacado. Nesta recompilación, o autor reflexiona sobre determinados aspectos da actualidade político-histórica galega en relación con ese “pasado incómodo” que supuxo a guerra civil e a ditadura. Outro xeito, máis actual de achegarse a uns anos e a uns feitos que, despois de ler o libro, non están tan lonxe”. Tampouco Monste Pena esquece o xénero ensaístico na súa selección, e destaca Do sentimento á conciencia de Galicia. Correspondencia 1961-1984, que recolle as cartas entre Ramón Piñeiro e Basilio Losada. “O epistolario de Piñeiro e Losada lese como unha auténtica novela para os interesados nas visicitudes da cultura galega. Un texto que permitirá (e que xa está permitindo) aos investigadores repensar algúns puntos da historia da literatura galega contemporánea”. Tamén Anxos García Fonte bota man da non-ficción na súa escolla, e salienta As novelas da memoria, de John Thompson. “É na miña opinión un ensaio moi interesante sobre unha parte da novelística galega moi maltratada e incomprendida pola crítica que neste libro é dignificada. Nel o autor pon en relación o trauma que supuxo a represión durante a Guerra Civil na retagarda e durante a posguerra con outros traumas colectivos máis estudados coma o holocausto, a represión arxentina ou a guerra dos balcáns e achega perspectivas de análise novidosas –posmodernismo, feminismo– sobre este abundante corpus”. Coincide con ela na aposta por este título Xurxo Ayán, quen considera que “a nivel de ensaio cobre un baldeiro notable na investigación sobre a literatura galega, fornece perspectivas teóricas novedosas, analisa as relacións entre escrita e política e amplía as miras dos enfoques historiográficos que sobrancean a investigación sobre a malchamada memoria histórica”. Este crítico tamén salienta dentro do ensaio a obra de Dominique Petitfaux Hugo Pratt. O desexo de ser inútil, de Galaxia. “Aínda que sexa unicamente polo fermoso da edición, libros coma este axudan  (e de que maneira) á promoción da lingua galega. Os debuxos da estancia de Hugo Pratt na Etiopía fascista e as reflexións conseguintes son un tesouro para os amantes do cómic, historiadores e etnoarqueólogos. Unha xoia editorial”, conclúe.»

El Presidente José Mujica visita Santiago de Compostela

«Onda Cero-Compostela en la Onda» – VISITA DEL PRESIDENTE DE URUGUAY A SANTIAGO— MANUEL LOSA, COMPOSTELANO EN MONTEVIDEO Y AUTOR DEL LIBRO «RELATO DE UN EMIGRANTE, QUE HA LEIDO EL PRESIDENTE MUJICA Sigue leyendo

26 de Mayo «Día del Libro» y «La Suiza de América»

Su majestad "el libro" en FIL - Feria Internacional del Libro - Guadalajara, Mexico

Su majestad «el libro» en FIL – Feria Internacional del Libro – Guadalajara, Mexico

Ya existen varias entradas en este blog que hablan sobre el «26 de Mayo Día del Libro en Uruguay» – «Día del libro – 26 de Mayo de 1816» – «Día del libro en Uruguay» – «26 de Mayo – Día del libro», que ilustran acerca de dicho tema.

Lo que mencionamos ahora es brevemente la relación entre momentos de un desarrollo intelectual de avanzada, como lo fue el 26 de Mayo de 1816, inauguración de la primera biblioteca pública en Montevideo y Abril de 1813, fecha de la que se están cumpliendo ahora 200 años,  «Las Instrucciones del Año XIII», acontecimiento histórico realizado en la zona de Tres Cruces, Montevideo. Y lo que queremos destacar en esta nota es que, antes de ser nación Uruguay, cuando aún La Provincia Oriental formaba parte del proyecto de Las Provincias Unidas del Río de la Plata, que incluía un total de ocho, desde la Provincia de Misiones al norte hasta la Provincia Oriental al sur, ésta ya contaba con dirigentes políticos e intelectuales de gran destaque.

El proyecto no prosperó, el Jefe de los Orientales, el General José Gervasio Artigas se sintió traicionado, no por su pueblo sino por algunos dirigentes políticos de alguna que otra provincia. De tal forma, tiempo después sucedió lo que se denominó «el éxodo del pueblo oriental». El prócer decidió exiliarse en el Paraguay y a su paso por la campaña, parte de su pueblo lo fue acompañando en el retiro de su tierra, dejándolo todo. Finalmente, cuando llegó a su destino, el único acompañante que siempre estuvo a su lado fue su ayudante, «el Negro Ansina». Los «lugar tenientes» quedaron en la Banda Oriental y comenzaron la gesta de la independencia total, constituyéndose después, entre 1825 y 1830 la República Oriental del Uruguay, cuyo primer presidente fue el General Fructuoso Rivera, uno de los tenientes del General Artigas.

El Prócer de la Patria se fue pero la semilla quedó y dio sus frutos. Tal vez Artigas no hubiera imaginado que, con el pasar del tiempo su Provincia se convirtiría en un país próspero y de avanzada, refugio de innumerables emigrantes europeos que entre la segunda mitad del siglo XIX y primera del XX, llegaban en masa, buscando nuevos horizontes de libertad, seguridad institucional y bienestar en el continente sudamericano.

La primera biblioteca nacional fundada el 26 de Mayo de 1816 en Montevideo por el Presbítero Dámaso Antonio Larrañaga, uno de los intelectuales que acompañaba y asesoraba al General José Gervasio Artigas, fue un signo que marcó el elevado desarrollo intelectual que habría de tener la República Oriental del Uruguay por generaciones, país que por largo tiempo fue admirado por otros del hemisferio norte, sirviendo de inspiración, merced a sus leyes sociales de avanzada, ganando el título que en algún momento alguien acertó a asignarle y que «supo sostener» hasta mediados del siglo pasado… «La Suiza de América».