La Herradura – Santiago de Compostela – Monumento a Rosalía de Castro
En el «Día Internacional de la Mujer», le rendimos sentido homenaje a las mujeres de todos los tiempos y espacios, a la vez que invocamos a Rosalía de Castro, como símbolo de la mujer gallega, española, recordando el 175 aniversario de su llegada al Mundo -24 de febrero de 1937-.
«A Rosalía no la comprendieron en España, en su tiempo y después. A pesar de que adivinaban su grandeza no la tuvieron en cuenta: “La inmortal Rosalía”, le dice Machado… “Rosalía viene a resultar la poeta más personal de todo el siglo XIX español, quizá el centro más obsesoniante, más abrasado de personalidad de toda la lirica española”.
«Tenían razón los que, a mediados del siglo pasado, hablaban en Galicia de Rosalía como ‘poeta metafísico’ y ‘poeta esencial’. El llanto de Rosalía es un llanto esencial. ¿Puede decirse que eso es la poesía de Rosalía? Ella no llora… ¡fuera ya para siempre esa infamia! Ella se siente extraña y quiere alcanzar la causa.»
«Lo más hondo de la poesía rosaliana nace de la relación materna, que se hace luego amorosa y existencial. Rosalía en su origen no es otra cosa que ¡una hija rechazada por su madre!»
«Hubo siempre una consigna de que no se tratase ese tema; la consideración que llevaba a cegarse respecto a esto es que si el origen de su poesía fuera patológico, la calidad de la poeta quedaría dañada sobre todo respecto a la nación gallega; a todos nos atañe, todos nos sentimos de alguna manera niños abandonados, todos somos tú, Rosalía, en alguna medida; y sí es verdad que lo sintió más ella, por eso supo dárnoslo, mostrándonos lo que no sabíamos. Del desentrañamiento primordial deriva mucha infelicidad, pero también todo lo grandioso que la humanidad hizo, sobre todo en las artes y en el espíritu.»
«Los intelectuales estudiosos de Rosalia, de la época, pensaban que el conocimiento de la verdad la disminuía, cuando en realidad es todo lo contrario, eso es lo que la universaliza, porque supo crear a partir de su herida llegando al fondo de ella. Temían que así no fuese madre de Galicia, y estaban en lo cierto, porque ellos lo que buscaban era el mito… y no tenían ningún derecho, a una pobre poeta que lo único que quería verdaderamente era expresar su más personal sentimiento.»
Dice Xosé Azar, escritor compostelano, estudioso de Rosalía y autor del libro Rosalía erótica y existencial… 50 poemas esenciales, al cual pertenece esta selección de párrafos:
“Ya está bien de endiosamientos y de mitos; ya es hora de que veamos a la Rosalía verdadera, que no es ni una llorona, como se dijo, ni tampoco una santa; se trata de una mujer apasionada condenada a vivir con un hombre al que no amaba, y que soñaba con unos amores imposibles y totales.”
“La desnaturalizada madre, no queriendo abrazar las penalidades de la educación de su hija, o, lo que es más probable, deseando por un sentimiento de honor mal entendido, alejar de sí a la infortunada criatura, para que no fuese baldón que deslustrase el timbre de su familia ni sus rancios y ridículos pergaminos, pensó en arrojarla a la inclusa; conocedor de ello el capellán José Martínez, quitó la niña a su madre y la entregó a la mujer de un tal Lesteiro, sastre de Ortoño, que la educó y la tuvo como hija, amamantándola ella misma, satisfaciendo Martínez los gastos de su crianza, subsistencia y demás.”
“Así pues, fue la familia paterna la que se encargó en los primeros tiempos de la crianza de la Rosalía niña. Al cabo de algún tiempo fue llevada a Ortoño en cuya Casa de Castro vivió al cuidado de su tía, doña Teresa Martínez Viojo. Luego, tía y sobrina se trasladaron a Padrón. Así es que, finalmente doña Teresa de Castro asume el papel de madre.”
«Al año de edad, cambiaron la madre que la amamantaba por otra, Teresa, que la tuvo otros cuatro años hasta que finalmente Rosalía fue recibida, por temporadas al comienzo, por la tercera madre, la madre biológica, tal vez la única deseada, según se puede ver en “La hija del mar” capítulo V, donde aparece por primera vez El anhelo.»
«Como decíamos, a los cinco años de edad la niña pasó a vivir con su verdadera madre en la casa de La Matanza, en Padrón. Teresa, la cuñada era quien se la llevaba, de vez en cuando, invitándola a que la acompañara. A Teresa le costó crear esa comunicación, según se supone. La niña anduvo pues de una a otra madre.
“Cuando yo era niña trepaba a las más altas colinas para contemplar los anchurosos ríos, los montes lejanos confundidos con las nieblas, las verdes praderas veladas todavía por tenues sombras nocturnas; nadie podía comprender la melancolía profunda que se apoderaba de mi pobre corazón falto de afecciones y de cariño.»
«Mi pensamiento se lanzaba con los alegres pájaros por aquel espacio inmenso, que yo deseaba cruzar ligera como ellos, pobre paloma inocente y solitaria que careciendo de abrigo en la tierra, quería hacer su nido en el aire… Yo quería también mecerme en las olas como las blancas gaviotas para vivir en aquella extensión sin límites… Los campesinos que iban al molino o a labrar sus tierras, al verme pasar, me llamaban ‘la loca’.”
“¡Ahí va ‘la loca’!… soñando con la eterna primavera de la vida y de los campos.” (Sar)
“El anhelo se expresa en la vivencia de la lejanía, porque huir a los espacios anchos es escapar de la estrechez en que se siente quien en el comienzo no fue capaz de darse o no tuvo el recibimiento que necesitaba; entonces, el ‘yo’ sentido como cárcel. La poeta escapaba de la opresión de su hogar para identificarse con los pájaros, las palomas y las gaviotas, que ellos sí podían darse sin limitación ninguna en su vuelo, perderse en el entorno, fundirse con él, dejar de estar presos de la atormentadora conciencia, pasar a la vivencia de totalidad, que es la del infante con la madre, regresar a lo que con la madre, aunque fuera escatimadamente se vivió o a lo que no se alcanzó jamás; retornar a la madre aquella -¿cuál de las tres?- sentirse acogida en sus brazos como un animal indefenso. Y si además el extrañamiento primero la separó también del mundo con más razón se buscará la naturaleza como consuelo, haciendo de ella la recepción materna. Es original ya de la primera Rosalía el darse cuenta que esta limitación entrañal es precisamente la fuente de su arte.”